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23 de marzo de 2014

El mejunje


Hace algo más de un año fui a Marruecos y una amiga hizo lo mismo hace 16 días. Le pedí que me trajera aceite de argán, un líquido oleoso que se extrae del  fruto de un árbol que crece entre barrancos y peñascos. Una cabra sube, se lo come, lo defeca y viene el moro/árabe para triturarlo y venderlo en botellitas. Este mejunje funciona muy bien en el pelo y yo me dispuse a comprobarlo este sábado por la tarde.
Cuando tenía toda mi cabellera empapada en este preciado (y caro) aceite sonó mi móvil y esto es lo que ocurrió.

"nña del sur, inimitable túú, has de tener algo con bel."-suena mi móvil, le doy al verde.

-¿sí?
- Eliuka? mira, ¿estás en tu casa?
-Sí, qué pasa
-Por si puedes venir a por A; está con una cogorza monumental y dice que se quiere ir contigo, que vengas a buscarle, y yo no puedo más, me tiene aburría, yo no puedo más.

Imposible negarme, vivo a 150 metros o como mucho a 400 del lugar del hecho. En 5 minutos estaba alli, con mi coche y mi cabeza aceitosa. Monto a A en el asiento trasero y lo subo a casa. Por el camino mil detalles, cantos y cabezazos con la ventanilla, lo normal.
Entra por la puerta y directo al baño, también lo normal tras la ingesta masiva de manzanilla y otros caldos del sur. No sonaba la cisterna, sonaba el grifo de la ducha.

- Tío,¿ te estás duchando?
-Sí y ahora voy a dormir

Se duchó, se acostó y durmió en mi cama mientras yo, ansiosa, solo pensaba que él estaba en mi cama y yo en el sofá esperando que el termo se llenara de agua caliente para lavarme el pelo con el maldito aceite de semilla cagada por una cabra.
Lo normal, lo raro llama a lo raro.

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